 Como defenderse de una llamada telefonica comercial inoportuna
Enviado porpajero el
Contribución de pajero
MULTIPROPIEDAD Reproducimos articulo publicado en nortecastilla.es un poco fuerte pero que se acerca a la realidad, tratandose de un articulo de Opinion:
Debe haber una ofensiva. «La habla Marlís, de Telegaribolo, ¿podría hablar con ?» Atacan a todas horas, mejor dicho, a las intempestivas, cuando estás friendo un huevo, en plena ducha o buscando una notificación que enterraste entre una montaña de papeles con la idea de guardarla bien guardada para la declaración. No sé a ustedes, pero a mí, cuando alcanzo el teléfono desde la otra punta de la casa y me enfrento a Gladis, la arteria del cuello se me hincha, mi hija me pregunta si me pasa algo y debo respirar tres veces para no mandar a la mierda al inoportuno.
A veces son ellos los que me mandan a la mierda a mí. La última vez, me llaman con la historia de un premio de una cadena hotelera, cinco días a pan y cuchillo en Alicante. Mire señora, no me interesa. Y va la zorra y me empieza a llamar que si ‘hijoputa’ que si esto que si lo otro.
Otra alternativa es delegar en mi hijo, el de párvulos, la recepción de mensajes. El Juanito casca unos rollos brutales. Otra opción, más elegante, es el ‘antimárquetin’: contestar en una lengua inventada. «Sakari-to-sokorokoto ein supanga mari». Aconsejo vivamente esta modalidad. El teleoperador repetirá la pregunta pero usted debe tener bien apuntado en un papel a mano «¿Sokorokoto ein supanga mari?» Puede que le insulten, como a mí -«hijolaconcha». «comemielda», etcétera-, pero usted manténgase firme con el «sokorokoto». Un poco de paciencia. Si pasa la prueba, hay muchas probabilidades de que en la hoja de control terminen por poner ‘inmigrante de origen indeterminado’ y ya no le volverán a dar el coñazo. En una de malas, pasará un gozoso rato y al currante del otro lado le pagan igual tanto por aguantar un «sokorokoto» como un «no gracias, quede con Dios».
La mayoría de estas llamadas tienen que ver con el despliegue de líneas de ¿alta? velocidad para Internet. Cuando cablean o dan cobertura a una zona las teleoperadoras peinan el territorio a la caza de comisiones. Las más de las veces, la información que facilitan es deliberadamente sesgada; otras, puras mentiras milimétricamente estudiadas para no dar pie a una querella. Así que no duden en emplazarles a remitirles un papel explicativo. Que gasten en sellos, que Correos es empresa pública.
Ahora que estamos en tiempos de crisis me viene a la cabeza mi juventud, allá por los 80. El paro de 16 a 25 años rondaba el 50% en tiempos de Felipe González. No es que fuéramos mileuristas, es que no teníamos ni para ‘porros’. Un trabajo habitual era comercial a ‘puerta fría’. Cuando estaba ya en las últimas, cuando no quedaba otra, el personal se embarcaba en alguna empresa de detergentes y peinaba un bloque de pisos. No consta que nadie vendiera ni un litro de lejía pero los diarios venían llenos de ‘chollos’. Comerciales de almohadas contra la artrosis, de productos de inversión piramidales y de pisos multipropiedad. Las verdaderas crisis son así. Paro asfixiante y trabajos ‘imposibles’. Sólo de pensarlo se me pone un ‘glups’ en la garganta.
Los que hoy tenemos cuarenta y algo las hemos pasado realmente putas con lo de la crisis y el desempleo (ni les cuento los que se comieron la posguerra, a su lado lo nuestro es de pijos redomados). De modo que a veces me desquicio cuando veo a un joven de 30 que se queja porque con el sueldo que gana de mil y poco euros no puede pagarse una casa de 50 millones, y que claro, él no puede ‘realizarse’. ¡Cómo si a los demás nos regalaran pisos por la compra de una pizza! Pero la cosa debe estar realmente chunga. Para 7 plazas de ordenanza en la Diputación de Segovia se han apuntado 700, eso me dicen. Claro que, relativicemos. Hace tres años, un ingeniero industrial me comentaba todo contento que había aprobado en unas oposiciones de ordenanza. En ese momento yo sabía de una empresa de Cuéllar que buscaba un ingeniero al precio que fuera. Se lo comenté, pero ni me oyó. ¿Cambiar un ‘chollazo’ en las Cortes por trabajo en la privada? Quita, quita.
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